Hermanas Franciscanas de María Inmaculada
QUIENES SOMOS?
Somos Religiosas Franciscanas de María Inmaculada, Congregación de Derecho Pontificio, fundada por la Madre Caridad Brader Zahner , de nacionalidad Suiza, en Túquerres (Nariño) Colombia, el 31 de marzo de 1893. Actualmente conformamos 6 Provincias en el mundo; la sede de la Provincia del Sagrado Corazón de Jesús está en Bogotá – Colombia.
La madre Caridad Brader nació en Suiza donde, en plena juventud, ingresó en una comunidad de religiosas franciscanas dedicadas a la contemplación y la enseñanza. Junto con otras religiosas marchó como misionera a Ecuador y años más tarde, a Colombia, donde pasó el resto de su larga vida. Para mejor responder a las numerosas y urgentes necesidades de sus gentes, fundó las Franciscanas de María Inmaculada, congregación que gobernó muchos años con sabiduría y prudencia, inculcando a sus religiosas tanto la dimensión contemplativa de sus vidas como su entrega a la acción evangelizadora.
María Caridad Brader, hija de Joseph Sebastián Brader y de María Carolina Zahner, nació el 14 de agosto de 1860 en Kaltbrunn, St. Gallen (Suiza). Fue bautizada al día siguiente con el nombre de María Josefa Carolina.
Dotada de una inteligencia poco común y guiada por las sendas del saber y la virtud por una madre tierna y solícita, la pequeña Carolina moldeaba su corazón mediante una sólida formación cristiana, un intenso amor a Jesucristo y una tierna devoción a la Virgen María.
Conocedora del talento y aptitudes de su hija, su madre procuró darle una esmerada educación. En la escuela de Kaltbrunn hizo, con gran aprovechamiento, los estudios de la enseñanza primaria; y en el instituto de María Hilf de Altstätten, dirigido por una comunidad de religiosas de la Tercera Orden Regular de san Francisco, los de enseñanza media. Luego, su madre la envió a Friburgo para perfeccionar sus conocimientos y recibió el diploma oficial de maestra.
Cuando el mundo se abría ante ella atrayéndola con todos sus halagos, la voz de Cristo resonó en su corazón, y decidió abrazar la vida consagrada. Esta elección de vida, como era previsible, provocó al inicio la oposición de su madre, pues era viuda y Carolina era su única hija.
El 1 de octubre de 1880 ingresó en el convento franciscano de clausura «María Hilf», en Altstätten, que regentaba un colegio como servicio necesario a la Iglesia católica de Suiza.
El primero de marzo de 1881 vistió el hábito de franciscana, recibiendo el nombre de María Caridad del Amor del Espíritu Santo. El 22 de agosto del año siguiente emitió los votos religiosos. Dada su preparación pedagógica, fue destinada a la enseñanza en el colegio anexo al monasterio.
Abierta la posibilidad para que las religiosas de clausura pudieran dejar el monasterio y colaborar en la extensión del Reino de Dios, los obispos misioneros, a finales del siglo XIX, se acercaron a los conventos en busca de monjas dispuestas a trabajar en los territorios de misión.
Monseñor Pedro Schumacher, celoso misionero de san Vicente de Paúl y Obispo de Portoviejo (Ecuador), escribió una carta a las religiosas de María Hilf, pidiendo voluntarias para trabajar como misioneras en su diócesis.
Las religiosas respondieron con entusiasmo a esta invitación. Una de las más entusiastas para marchar a las misiones era la madre Caridad Brader. La beata María Bernarda Bütler, superiora del convento, la cual encabezó el grupo de las seis misioneras, la eligió entre las voluntarias diciendo: «A la fundación misionera va la madre Caridad, generosa en sumo grado, que no retrocede ante ningún sacrificio y, con su extraordinario don de gentes y su pedagogía, podrá prestar a la misión grandes servicios».
El 19 de junio de 1888 la madre Caridad y sus compañeras emprendieron el viaje hacia Chone, Ecuador. En 1893, después de duro trabajo en Chone y de haber catequizado a innumerables grupos de niños, la madre Caridad fue destinada para una fundación en Túquerres, Colombia.
Allí desplegó su celo misionero: amaba a los indígenas y no escatimaba esfuerzo alguno para llegar hasta ellos, desafiando las embravecidas olas del océano, las intrincadas selvas y el frío intenso de los páramos. Su celo no conocía descanso. Le preocupaban sobre todo los más pobres, los marginados, los que no conocían todavía el Evangelio.
Ante la urgente necesidad de encontrar más misioneras para tan vasto campo de apostolado, apoyada por el padre alemán Reinaldo Herbrand, fundó en 1894 la congregación de Franciscanas de María Inmaculada. La Congregación estuvo compuesta al inicio de jóvenes suizas que, llevadas por el celo misionero, seguían el ejemplo de la madre Caridad. A ellas se unieron pronto las vocaciones autóctonas, sobre todo de Colombia, que hicieron crecer la naciente Congregación y se extendieron por varios países.
QUE HACEMOS?
PASTORAL EDUCATIVA
Con esta misión se busca formar y educar de manera integral a la niñez y a la juventud desde el reconocimiento de su dignidad humana y en la identidad Católico-Franciscana, teniendo como referentes: el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia Católica, la Espiritualidad Franciscana, los Principios Pedagógicos de la Madre Caridad Brader, las exigencias de la Constitución Política de Colombia y del MEN. En la actualidad la Provincia desarrolla su Pastoral Educativa.
PASTORAL PARROQUIAL Y DIOCESANA
Colaboración en las Parroquias en el proceso de Evangelización, la Liturgia y la Pastoral Social, acompañando a las pequeñas Comunidades de Base y de Nueva Evangelización, en comunión con los lineamientos de los Planes de la Pastoral de las Diócesis y Parroquias, tanto en la zona urbana como rural.
CENTRO DE EVANGELIZACIÓN MADRE CARIDAD BRADER
CENTRO DE EVANGELIZACIÓN MADRE CARIDAD BRADER – VALLEDUPAR Las Hermanas Franciscana hacen presencia en la Diócesis de Valledupar desde 1983 ,colaborando en la Pastoral diocesana, principalmente en tres grandes frentes: Pequeñas Comunidades Eclesiales de Base, Pastoral Vocacional Femenina, atención de tiempo completo a la naciente Parroquia “San Pablo Apóstol”. Han colaborado también en la Pastoral de la Primera Infancia.
CASAS DE ENCUENTROS Y CONVIVENCIAS
Son espacios donde se tiene la oportunidad de compartir nuestro cristianismo y la espiritualidad Franciscana, con la acogida a personas y grupos que realizan convivencias, encuentros, retiros espirituales, jornadas de reflexión, liderando y acompañando con la oración, charlas, escucha, diálogo y consejería.