El valor del celibato sacerdotal: León XIV exhorta a seminaristas a custodiar este carisma
En el contexto del Jubileo del Clero, el Papa León XIV sostuvo una reflexión con seminaristas del norte de Italia, a quienes animó a abrazar el celibato sacerdotal como un don que debe ser discernido, cultivado y vivido con madurez espiritual.
Desde el inicio de su intervención, el Pontífice motivó a los jóvenes a no dejarse vencer por las dificultades del camino vocacional. Citó al Beato Juan Pablo I como ejemplo de perseverancia en la formación del clero, invitándolos a entrenarse en la disciplina y el esfuerzo cotidiano.
Durante su discurso, León XIV profundizó en el sentido del celibato sacerdotal, explicando que “es un carisma que debe reconocerse, custodiarse y educarse”. Añadió que esta entrega no es solo una renuncia, sino una forma plena de amor que configura al sacerdote con Cristo.

Fotografía toma de Aciprensa
“Me dirijo a vosotros como un padre espiritual y os recuerdo que este carisma es más que una exigencia externa: es una respuesta libre al llamado del Señor”, dijo el Papa. También invitó a los seminaristas a mirar el ejemplo de San Agustín, quien tras una profunda conversión se lanzó sin temor hacia Dios.
El Santo Padre resaltó que la fidelidad a Dios no depende del momento del proceso vocacional, sino que debe mantenerse durante toda la vida sacerdotal. “En los momentos de crisis o pecado, abandonarse a la fidelidad de Dios será la fuente de renovación”, expresó.

Asimismo, animó a fortalecer la comunión fraterna dentro del seminario y a confiar plenamente en sus formadores. A estos últimos les pidió ser guías humildes, que acompañen con testimonio y ternura la formación de los futuros sacerdotes.
“La Iglesia está con vosotros, especialmente a través del obispo, que representa la presencia maternal y exigente de la comunidad eclesial”, subrayó.
Para concluir, León XIV insistió en la necesidad de mantener siempre la mirada puesta en Cristo: “Solo una amistad profunda con Jesús da sentido y alegría a vuestra vocación. El Evangelio no se transmite con discursos, sino con una vida transformada por el amor de Dios”.