Camino Neocatecumenal
Historia del Camino Neocatecumenal en la Diócesis
El Camino Neocatecumenal llegó a Colombia el 12 de Octubre de 1.970. Monseñor Raúl Zambrano Camader, Obispo de Facatativá (Cund.) conoció las primeras comunidades de Madrid y de Roma y pidió que viniera un equipo a su diócesis. El equipo vino a Facatativá y Subachoque y de allí pasó al Minuto de Dios y a otras parroquias de Bogotá en 1970. Fue Colombia el cuarto país del mundo, después de España, Italia y Portugal.
Hacia 1972, el padre Jaime Mestre Koch, sacerdote del clero de Valledupar, conoció la experiencia en Medellín y le pareció significativa y buena para implantar el Concilio Vaticano II en su parroquia de Chimichagua, que entonces hacía parte de esta Diócesis y con la bendición del entonces Obispo, Monseñor Vicente Roig y Villalba, abre en ella el Camino Neocatecumenal. Vinieron de Bogotá el Equipo nacional : El padre Diego Martínez, Pilar de la Plaza y José María Martín Sánchez (“Buby”) y tras dos meses de Catequesis, en el año 74, nace la primera comunidad de la Diócesis, formada por 38 personas entre adultos y jóvenes, algunos de los cuales perseveran en el Camino aún hoy día. Nunca antes experiencia alguna había logrado convocar un grupo tan grande de personas, lo que hizo pensar al padre Jaime y a Monseñor Vicente que se podría extender a otras parroquias de la Diócesis.
El Equipo Nacional hizo en enero de 1974 una presentación al clero conformado entonces por 14 sacerdotes diocesanos y casi igual número de religiosos capuchinos. Se animaron a empezar tres párrocos de la ciudad: el padre José Manuel Castañeda de San José Obrero, el padre Rafael Daza Díaz, de Nuestra Señora del Carmen y el padre Armando Becerra Morón de la Inmaculada Concepción. En una convivencia de casi ciento veinte personas celebrada entre el 9 y el 11 de abril de 1976 en la Normal María Inmaculada de Manaure, nacieron tres comunidades, una en cada parroquia. La acogida a la nueva experiencia fue impactante y, a pesar de la precariedad propia de todo comienzo, la alegría y el entusiasmo de las nuevas comunidades encendió un potente foco de evangelización para toda la ciudad. Cuando terminó el proceso de catequesis y se fueron los catequistas, todo el mundo pensó que se acabarían las comunidades pero sucedió todo lo contrario: al año siguiente se convocó otra vez a catequesis y en cada parroquia nacieron dos y hasta tres nuevas comunidades.
Entre las cosas curiosas de esa época, una especialmente llamaba la atención: el mismo Obispo y su secretario, el padre José de Sueca, se montaban a una camioneta y se iban a escuchar catequesis a alguna de las tres parroquias y regresaban a la curia no sin antes “mecatear” chorizitos con bollo en la Calle del Cesar.
Paralelamente, el ritmo del crecimiento de nuevas comunidades y nuevas diócesis y parroquias en Colombia, conllevó una nueva distribución de más equipos de catequistas a quienes se les asignó zonas específicas del vasto territorio nacional. A Valledupar fueron enviados Magdaly Fandiño, responsable del equipo, Hernán Fonseca y Enrique Pérez (hoy obispo de la Diócesis de Maturín- Venezuela). También a causa del crecimiento de las comunidades en la ciudad de Valledupar y en Chimichagua surgieron equipos locales que se iban haciendo cargo de abrir y acompañar las nuevas comunidades. Desde hace varios años, estos equipos no solo se responsabilizan de las nuevas comunidades en sus propias parroquias sino que abren y acompañan nuevas parroquias que se han abierto a la experiencia, como San Martín, San Rafael, el Divino Niño, La Natividad y la Catedral, en la ciudad y La Paz, San Diego, Codazzi, Villanueva, la Jagua de Ibirico y Chiriguaná, fuera de la ciudad. También equipos de esta Diócesis llevan adelante el camino en las diócesis de Riohacha y de El Banco.
Cuando falleció Monseñor Vicente, el 6 de Abril de 1977, tras algunos meses de sede vacante, el papa Pablo Sexto nombra a Monseñor José Agustín Valbuena a quien recién venido, su primer acto pastoral fue un encuentro con algunas comunidades en el Hogar del Niño. No fue fácil ni para las comunidades ni para el nuevo obispo, pero gracias al diálogo abierto y sincero, la paciencia y el discernimiento, el proceso comenzó a llevarse con nuevo vigor y firmeza. También él tuvo la ocurrencia espontánea de irse a escuchar catequesis entre la gente, casi siempre de incógnito. Quedó impresionado de la cantidad de personas que acudían, de la variedad de niveles sociales, del manejo de la sagrada Escritura, de la constancia y la seriedad con que los neocatecúmenos tomaban el Evangelio y la conversión, de los cambios que el Señor a través del Camino obraba en las costumbres de la gente.
Los hermanos de las comunidades han estado y están muy agradecidos a Dios por los Pastores que a lo largo de estos más de treinta años, nos ha dado: Monseñor Vicente, Monseñor José Agustín Valbuena y Monseñor Oscar José Vélez Isaza; por el gran número de sacerdotes que siempre han acompañado de corazón las comunidades, muchos de ellos involucrándose personalmente en el proceso como un hermano más. De las comunidades Neocatecumenales de Valledupar han surgido un significativo número de vocaciones misioneras que han salido para los distintos seminarios misioneros Redemptoris Mater del Mundo y también algunos para el seminario Diocesano Juan Pablo II; vocaciones femeninas a la vida religiosa contemplativa, en monasterios de Colombia y de España.
Aún hoy, después de más de treinta años de presencia, cuando se convoca a nuevas catequesis, acude siempre un buen número de personas que quieren hacer parte del Camino, atraídas por el testimonio de quienes ya están en él. No podemos poner en duda el enorme bien que los tres Obispos, cada uno en su época, han hecho al Camino, apoyándolo, protegiéndolo, acompañando sus momentos significativos, pero también corrigiendo y exhortando cuando ha sido necesario.
¡Todo sea para la Mayor gloria de Dios!
¿Quienes somos y Donde estamos?
El camino se encuentra presente en 16 parroquias de la Diócesis, 9 en la ciudad y 7 en algunos pueblos. De las 86 comunidades que conforman el camino, más de la mitad están en las primeras etapas del itinerario Neocatecumenal, lo cual indica la seriedad que se le da al proceso de Renovación Bautismal ya que hay que dar tiempo a la persona para que acoja la Palabra en su vida y sea ella, la Palabra, y no nuestro esfuerzo la que obre frutos de vida eterna. La reconstrucción moral de la persona requiere de un ambiente propicio como es la comunidad, y ya estamos recogiendo frutos en la comunidades màs adultas, frutos de perdón, de fidelidad en el matrimonio, de generosidad en la apertura a la acogida de los hijos. De los matrimonios de las comunidades el promedio de hijos es de 4 hijos por matrimonio, y gran parte de ellos continúan a su tiempo esta iniciación cristiana en su propia comunidad.
Tambièn hay frutos en la evangelización como consecuencia de haber experimentado a Jesucristo Resucitado en su vida, en estos momentos hay 105 catequistas locales que evangelizan en èsta Diócesis y en la Diócesis del Banco (Magdalena), Riohacha y Santa Marta.
El Señor ha suscitado vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en el régimen de la clausura. Ya se han ordenado 13 presbìteros Vallenatos para la Iglesia Universal, en lugares como Medellin, Brasilia (Brasil), Madrid (España), El Callao (Perù), Viena (Austria), Roma (Italia), Perth (Australia), Camerùn (Africa), encarnando asi lo que dice la Presbyterorum Ordinis: “El Presbìtero cuenta con aquella disposición del alma por la que está siempre preparado a buscar no su voluntad, sino la voluntad de quien lo envió.” (#15) y asi estar dispuestos a ir a cualquier parte del mundo donde la Iglesia lo necesite.
Igualmente es alto el índice de los jóvenes de las comunidades neocatecumenales que haciendo la voluntad de Dios, acceden al matrimonio católico dando continuidad a la misión de la familia en medio de un mundo que ya no cree en el amor esponsal. A esto ha ayudado enormemente la presencia de 5 familias en misión enviadas con sus hijos, por el Santo padre Juan Pablo II desde Noviembre de 1.991, (3 Españolas y 2 Italianas). Actualmente permanece la familia De Luca, Franco y Cristina con 10 hijos, 5 de los cuales han nacido en Valledupar.
La fuerza de esta nueva evangelización radica en una síntesis Kerigmáica-Catequética, que se apoya en un trípode: la Palabra celebrada semanalmente en comunidad; la Eucaristìa la cual es escencial al neocatecumenado celebrada cada 8 dias en las primeras vísperas del domingo, es decir el sábado por la noche, y la convivencia un domingo al mes. Esta praxis de màs de 40 años ha sido confirmada por el Papa Benedicto XVI y la Santa Sede, el pasado 11 de Mayo de 2.008 (fiesta de Pentecostès) con la aprobación del Estatuto del camino Neocatecumenal.